Creo que todos saben que mi personaje favorito de la Saga es el Gran Señor de Lannister, Tyrion. No uso el “título” por como le llama su dama, Shae, sino porque este personaje es realmente Grande (By the way, me la banco porque por lo menos le es fiel. El día que eso cambie de una vez se la pueden dar a los cuervos… me las debe desde el día en que Mi Tyrion le dijo: “No te rías de mí… tu no”, con lo triste que se puso…). Lo que es más importante de este personaje es que él sabe quién y lo que es y lo usa a su favor, pero no con la arrogancia de un Tywin Lannister que ha comprado todo lo que es y el resto lo ha conquistado por las espadas (que su oro ha comprado), ni tampoco con la “fortaleza” nacida del resentimiento, ni con la “humildad” que brota de una doble moral o una falsa modestia, sino con la absoluta certeza que provee el estar en paz consigo mismo.
Se conoce mejor que nadie. No teme “mostrarse”, ya sea a la víbora de su hermana, al témpano de hielo de su padre, a sus inocentes sobrinos, a su amado hermano, a un bastardo resentido que necesita una palabra de consuelo, a una astuta y peligrosa araña, a sus hombres, o a quien sea como una sola pieza y afortunadamente hay quienes han visto más allá de su deformidad, su estatura y su apellido. Incluso entre sus enemigos ha sabido ganarse su respeto gracias a su inteligencia, encanto, sagacidad, pero sobre todo, gracias a que posee la visión suficiente para ver más allá de sí mismo y del momento y por saber preocuparse por los demás (incluso de sus enemigos).
Así y todo, podría decirse que sólo él se conoce a sí mismo al completo porque la gran mayoría es incapaz de ver más allá de su físico. Hasta aquéllos con los que “ha sido bueno” le han dado la espalda y hasta lo han apuñalado cobardemente, pero el sigue siendo quien es. De hecho, por eso es que escogí esta “escena” para hablar de Tyrion Lannister y su grandeza.