– Creo que a todos nos ha tomado un tanto por sorpresa, sin embargo, para los implicados debe ser peor. – Comentó el más anciano del consejo a nadie en particular, observando la escena que se desarrollaba, muy lejos de donde él y los suyos se encontraban. – Valdría la inversión poner especial atención en quién más ha captado esta información. ¿No les parece?. –
En el colegio, Lucius esperaba ansioso la reacción de Severus y mentalmente quiso apurarlo, pero no funcionó y lo intentó entonces comunicándose con ambos:
– “¿Serían tan amables de regresar con los vivos?”. –
El tiempo seguía su curso inexorablemente, pero Severus no encontraba la manera de salir del tumultuoso estado en el que había quedado su cerebro y su… corazón. Cada una de las visiones que tuvo acerca del “sueño” de Lily, lo maravillaron y aterrorizaron a partes iguales. Era impresionante el que por fin hubiera podido encontrar su poder. Alucinante el que ahora pudieran compartir algo tan íntimo pero también era espeluznante poder ver a través de sus ojos lo brillante que era el mundo y lo lejos que parecía de ella en su presencia (de Severus).
Hasta ahora había aceptado la conexión con sus amigos como algo natural, producto de la relación entre personas poderosas totalmente compenetradas entre sí, aunque Lucius insistiese en que era cosa suya (de Severus), sin embargo, lo ocurrido le hacía ver que efectivamente, era él quien les había proporcionado ese poder… si es que podía llamársele “poder” luego de que, por primera vez en su vida, viera lo que sucedía a su alrededor desde otra perspectiva, muy parecida, pero también ajena a la suya. Lily simplemente, hacía brillar a todo y todos los que la rodeaban. Sólo había un punto oscuro en ella y no era más que el lugar que ocupaba Severus. No sabía si sentirse agradecido o mortificado porque cada partícula de ella estuviera ocupada por él…
– Bueno, es para alegrarse, Severus. Es decir, ahora comprendes el porqué de su actitud luego de que estuviste ausente por tanto tiempo. Yo puedo hacerlo ahora… y seguramente, los otros también lo harán. –
No era conciente de estar comunicándose con Lucius, probablemente, sólo fuera que lo sentía.
– Claro que te siento. Más cercano que nunca. Y no es ni correcto, ni justo ni necesario que vayas por ese camino. “Decisiones”, ¿recuerdas?. –
– Sev… ¿me oyes?. ¡Severus!. – gritó Lily zarandeándolo un poco. – ¡Mírame!. Por favor, por favor, por favor, no tomes esto más allá de lo que nos interesa. –
– Lily, ni siquiera te das cuenta de lo que pasa cuando estás conmigo. Tu aura se oscurece. –
– Severus…-
– Lily…-
– No, me vas a escuchar. Creo que ahora sé lo que pasa. Tengo miedo. Miedo de perderte. Pero siento que cada vez estoy más cerca de comprender que eso nunca pasará, sin importar lo que ocurra. No sé cuántas veces voy a decir esto, pero, no me cansaré de decirlo: Te amo. Por favor, déjame entrar por fin en tu mundo…Déjame ser parte de él realmente. Déjame estar contigo, estar realmente a tu lado. –
– Lo ves, Severus. Siempre tengo razón. – esto último lo dijo con el toque justo de arrogancia para que Lily comprendiera que hablaba en serio.
– Bueno, yo también podría decirlo, ¿no?. Siempre lo he dicho: “Cuando permites que fluya, fluye”. –
– Sev… –
– Lily. Eres un ser grandioso, luminoso como el que más. Jamás había conocido a alguien como tú y estoy seguro de que aunque viva eternamente, nunca lo haré. Probablemente ahora comprendo mejor lo que siempre he sabido, que no somos iguales y…creo que eso esta bien. Lo que debes entender tú, es que esas diferencias pueden unirnos o separarnos. No tenemos que ser iguales para estar juntos, pero sí tenemos que estar de acuerdo en aceptarnos para poder hacerlo. Eso implica, aceptar a los “nuestros”. Con que sepamos esto, creo que es más que suficiente por ahora, ¿no crees?. No debes reprimirte. Si te sientes bien siendo amiga de alguien o compartiendo con alguien más, hazlo. Lo digo en serio. –
– Lo creo y estoy de acuerdo. – dijo Lily dubitativa.
Severus besó cada uno de los llorosos ojos de Lily. Percibió el amargo sabor de su dolor, un dolor que debía salir para dejarla libre. La abrazó fuertemente mientras el mismo lloraba, más no de dolor, sino como muestra de agradecimiento, a ella, a él mismo, a la vida en sí por permitirle “vivir” ese momento. No tenía idea de cuántas veces tendría que reconsiderar su comportamiento o si podría, pero sí lo intentaría. La dejaría tan libre como ella misma pudiera ser y la alentaría a disfrutar de esa libertad, compartiéndola con ella cuando así se diera. Ella se merecía vivir plenamente, sin guerras que luchar ni locos con los que lidiar.
– ¿A mí me estás diciendo “loco”?. – resonó una voz en la cabeza de Severus.
– Sí, Draconus, a ti, al consejo, a los que vengan. – respondió mentalmente. Se sentía tan tranquilo, tan en paz, que hasta podía comunicarse con Draconus sin sobresaltos y libremente. – Creo que éste será un cambio del que todos nos beneficiaremos… –
– He de decir que sí, lo creo, pero no olvides… –
– Si, ya lo sé y ¿sabes?, quiero ayudarte, de veras. Te digo otra cosa, quizás a mi modo pueda funcionar o encontremos un modo entre los dos, pero, déjala fuera de esto. –
– No puedo prometer dejar fuera a quien nunca ha estado dentro… –
– Sabes a lo que me refiero… –
– Saber o no saber… he ahí el dilema… –
– Muy-gracioso… –
– ¿Te lo parece?. – exclamó con sorpresa fingida. – ¡Que Interesante!… –
La mirada de Draconus transmitía a las claras lo que el ya sabía de antemano: Tarde habían encontrado algo de equilibrio en su relación, pero no hubiera podido ser de otra forma. Ni siquiera habían tenido que decirle (aunque su madre lo hizo) que era normal en los inmortales perderse en el tiempo y aferrarse a alguna que otra sensación o decisión mientras que con las vueltas del mundo les llegara otra perspectiva a tomar en cuenta, para empezar a comprender a Draconus.
– No debemos guardar rencor, hijo. – le había dicho su madre, más para convencerse ella que para convencerlo a él. – Pero no te confíes. Draconus tiene un objetivo y no lo olvidará nunca y el tuyo, podría interponerse en su camino, por lo que cabe la posibilidad de que vuelvan tiempos oscuros. –
– Lo sé madre. – había respondido Severus en su momento, pero mientras abrazaba a Lily, la risa de Draconus le llegaba a lo lejos, al mismo tiempo que unas imágenes inconexas, le avisaban de un peligro cercano.
– Ha dejado de ser un asunto meramente “familiar”, hijo. Llegará un tercero que no sólo podría trastocar tu vida, sino la de toda la comunidad mágica…-
***
Sirius observaba fijamente a Remus, quien de repente se fue encorvando en su asiento como tratando de desaparecer. Consultó su reloj y dedujo que su actitud se debía a que en poco rato, la Sra. Pomfrey vendría a buscarlo si él no llegaba antes a la enfermería.
– ¡Pero que mal te ves, amigo!… – dijo James de pronto a toda boca y Sirius giró la cabeza, sorprendido de que estuviera prestándole atención a Remus mientras Lily estaba cerca. –
– Vamos, la Sra. Pomfrey debe verte… y de paso, podríamos sonsacarle un poco de su maravilloso chocolate…- concluyó James, sonriendo pícaramente, pero Sirius podía ver en sus ojos que estaba un tanto nervioso.
– No hace falta, puedo ir yo sólo. – dijo Remus empalideciendo con cada palabra, pero no le hicieron caso, James y Sirius se pusieron uno a cada lado, abrazándolo como si fueran de paseo.
Cruzaron el gran comedor y ya fuera, James condujo a Remus a un aula aledaña, seguidos por Sirius que miraba hacia atrás para asegurarse de no ser seguidos por nadie.
– ¡Shhhh!. Escúchame bien, amigo. – dijo James silenciando al tembloroso chico que estaba a punto de desmayarse. Su gesto imperioso denotaba la inalcanzable comprensión hacia la actitud de su amigo, ya que para él, el considerar a alguien como un amigo deshacía cualquier límite que pudiera haber entre dos personas y le sorprendía, de mala manera, no ser considerado por Remus como tal. – Sabemos cual es tú “problema” y te vamos a ayudar a resolverlo. Así que, tranquilízate y vamos a la enfermería para que te lleven al sauce. Allí nos encontraremos después. ¿Vale?. –
– ¡No-no-no-pu-pue-pueden-hacer-eso!. – Remus respiró profundamente y esta vez, fue él quien calló a James de la misma forma imperiosa con que lo había callado éste primero. Lo señaló al pecho y gritó: – ¡No les permitiré que pongan su vida en riesgo porque les parezca que esto es algo divertido!, así que…-
– ¡Silencius!…-
Sirius susurró el conjuro, tratando de mantener la calma. Tenían que resolver el asunto rápidamente y seguir con el plan. Puso una mano en cada hombro de Remus y lo empujó suavemente contra la pared mientras buscaba con la mirada sus ojos desorbitados.
– No me obligues a petrificarte. No domino bien el conjuro y podría salir mal. – dijo apuntándole la nariz con su varita. – Así que, escucha: Somos tus amigos y… te… queremos y… todo eso… ¿bueno?. Y no podemos permitir que pases por esto sólo, porque ¿qué clase de amigos seríamos?. – antes de que Remus argumentara, agregó: – ¿Nos dejarías solos si alguno de nosotros estuviera en tu posición?. –
La respuesta que se dio Remus a esa pregunta desarmó cualquier argumento y aceptó, en ese momento, que desde entonces, no estaba solo con su “problema”, como lo había llamado James. Lágrimas de amor y gratitud se formaron en sus ojos y cayeron cuando Remus asintió suavemente, dando a entender con el gesto que todo estaba claro y que lo aceptaba.
– Bien, a la enfermería. –
***
– ¿Qué piensas hacer?. Te escuchaste convincente… pero hay algo que me dice que no fuiste del todo sincero. –
– No pienso hacer nada. Ni siquiera teniendo el poder de intervenir me atrevería a hacerlo. –
– ¿Seguro que estás bien con esa decisión?. –
– No, pero la acepto. Será lo que tenga que ser hasta cuando deba serlo. –
– Por la forma en que se comportó Draconus, creo que las cosas mejorarán, así que no hay porqué temer…Sev. –
– Quizás no temo a la separación en sí, ¿sabes?. Creo que lo que temo es no poder dejarla ir. Siempre he sentido que en algún momento nuestros caminos se separarán y no he cambiado de opinión. Sé que todas nuestras diferencias han ido resolviéndose y de buena forma, pero sé no sé que tanto tengo de Draconus…–
– Pero ¿Porqué sigues con ella entonces?. No te entiendo. Si sabes que no durará… ¿para qué insistes?. Entre más pasa el tiempo, peor será, ¿No?. –
– No “sé”. Además, Lucius, entre más tiempo pase, más tendré por recordar. En cuanto al otro asunto, escuchaste a Draconus, él no ha dejado su objetivo de lado. Diedrall y Enna son igual de testarudas que él y dudo mucho que alguna haya vislumbrado algún cambio en él o lo haya escuchado siquiera en todos estos años, entonces, todo sigue igual. La lucha de Draconus consigo mismo nos traerá más dolores de cabeza, puedo asegurártelo. Además, está ese “peligro” que tanto trae a colación en los momentos más inesperados y tú más que nadie sabe que ese afán suyo de “ponerme a salvo” podría ser igual de peligroso que el de Dobby por satisfacernos. Entre las prioridades de mis ancestros y las mías, alguien terminará explotando. Tranquilo, – agregó al ver el parpadeo involuntario de Lucius al plantearse enfrentar esa perspectiva. – ninguno de ustedes sufrirá ningún daño. Yo cumplo mis juramentos, Lucius. –
– Sí, lo siento. Yo… también… lo sabes ¿no?. –
Ambos compartieron unos minutos de silencio, luego de los cuales, ambos sonrieron macabramente, al unísono, cuando vieron salir a James, Sirius y Remus de un aula cercana.
– Podría ser por lo menos divertido, ¿a que si?. –
– ¿Me crees si te digo que no estoy de humor?. –
– Pero que aburrido te estás volviendo… –
No era el término exacto para describir el cambio que veía en su amigo. Más apropiado sería decir que se estaba resignado, pero eso hubiera sido reducir toda una vida inmortal a casi nada y él no era quien para hacerlo.
– Bueno, vamos a cazar a alguien a quien sí podamos infligir dolor… –
– Yo no oí nada. – completó Draconus y tanto Severus como Lucius pudieron sentir su risa maliciosa acompañándolos, mientras Lucius se frotaba las palmas de sus manos frente al rostro suavemente y pensaba en la banda de matadragones que se traía entre ceja y ceja, de los que había tenido noticias acerca de su persecución a una dragona.-
***
– Llegas atrasado. –
– Lo siento, Madam Pomfrey. –
– Sentirlo no te exime de culpa. Ya es hora de que tomes conciencia de lo peligroso de esta situación, tanto para ti, como para todos los demás habitantes del castillo. –
No tenía más que replicar así que optó por el silencio, pero esta vez, no fue el mismo silencio opresivo y agotador de siempre, sino más bien, uno lleno de excitación. Estaba nervioso, claro, pero se sentía francamente liberado al saber que sus amigos sabían lo que él era y que no les importaba. Lo demás sobraba porque, igual, jamás podrían llegar a la casa de los gritos y nunca estarían en peligro.
James por su parte, sacó su capa de invisibilidad de la mochila y se la echó encima, cubriendo también a Sirius.
– ¿Que no paras de crecer?. ¡Dentro de poco no cabrás dentro!. – dijo James con impaciencia. Sirius no se molestó en contestar pero esbozó una sonrisa ladeada.
– Oye, tranquilo, después podemos intentar con crecehuesos o algo así. A Hagrid le funcionó. ¿no?. –
– Eres tú quien crece desproporcionadamente…¡Anormal!. –
– Si usted lo dice, “capitán”…- rió nuevamente Sirius, recordando la de veces que le había dicho a James que solo le interesaba el quidditch porque como buscador, pasaba de ser “pequeño” a ser “ágil”. Recibió un pisotón que lo hizo apretar los ojos y morderse la lengua y a su vez, le propinó un codazo a James y supo, por el jadeo que escuchó, que le había sacado el aire. Forcejearon un poco pero ya más en tono jovial hasta que la Sra. Pomfrey dobló la esquina de la enfermería, junto con Remus.
– ¡Allí están!. – susurró James innecesariamente, puesto que Sirius estaba observando también.
Siguieron a Remus y a la enfermera y prestaron mucha atención, sobre todo cuando se acercaron al sauce boxeador, que estaba tranquilo.
– Apretó un nudo del árbol que está cerca del suelo. – dijo James seriamente. – Tranquilo, lo vi todo, es el tipo de cosas que sólo buscadores experimentados pueden ver. –
– ¡Así que si sirven para algo después de todo!. –
– Idiota. –
Vieron a la enfermera salir sola como de debajo de la tierra y esperaron hasta estar seguros de que no estaban al alcance de su vista. Al acercarse, vieron la entrada con un poco de aprensión pero se metieron al pasillo que le seguía. Demoraron un poco en llegar hasta su destino y cuando lo hicieron se encontraron a Remus que los observaba boquiabierto. Éste se encerró en una jaula y se acurrucó desnudo en una esquina. James no pudo hablar, la indignación lo estaba ahogando.
Remus por su parte, estaba tan avergonzado que trataba incluso de no respirar. Estaba completamente seguro de que aún con sus buenos deseos, el ofrecimiento de sus amigos y su opinión, cambiaría viéndolo allí fuera de sí. Sirius fue el primero en salir del trance al que parecía que habían sido conducidos por la imagen indefensa de Remus encerrado como un animal. Estaba seguro de que James sentía y pensaba lo mismo que él: ¿Qué clase de personas eran Dumbledore y compañía para tratar a un ser indefenso como Remus de esa manera?, pero no tenían mucho tiempo para perder. Debían actuar lo antes posible. Debían averiguar con Remus cuáles eran las medidas de seguridad que los profesores tomaban, aunque con esa jaula, le parecía que no haría falta ninguna otra.
– Toma. – dijo Sirius acercándose a Remus y hablándole tan bajito que éste a penas si lo escuchó.
– No, gracias. – contestó Remus. – La destrozaré mientras me transformo. Yo que tú, cuidaría mis dedos también. Saca la mano y sal de aquí. Los dos, salgan de aquí. –
Remus se retiró hacia la esquina contraria a donde estaban sus amigos, pero al instante los tuvo a ambos a su lado nuevamente y en esa ocasión, ambos metieron la mano por las rejas y le tocaron cada uno un hombro, pero el los miró con el rostro desencajado por una ira ajena (ya iniciaba la transformación…) y gritó:
– ¿Qué?. ¿Demasiado aburrimiento?. ¡Fuera de aquí!.. –
Pero ninguno se movió, se sentaron a una distancia que consideraron prudente (aunque no lo era porque tomaron en cuenta el largo de los brazos de Remus y éste crecía cuando se convertía) y se sentaron con los ojos fijos en él. No sabían qué decir, pero esperaban transmitir su empatía y al parecer lo lograron, porque el semblante de Remus se relajó notablemente mientras comenzaban las convulsiones.
– ¿Cómo es posible que lo encierren en una celda tan pequeña?. – dijo James pero Sirius no tuvo que contestarle, al cabo de un rato, entre gruñidos y sollozos, vieron a Remus usar el poco espacio que tenía para impulsarse y estrellarse contra los barrotes.
Sabían que debía estar protegida mágicamente por Dumbledore porque habían leído, como preparación, todo lo concerniente a los Hombres lobo y sabían que desarrollaban una fuerza mucho mayor a la que podría soportar cualquier celda. Usualmente se los encerraba en cuevas o en sótanos de piedra para los días en los que tendría lugar la transformación, tanto por seguridad como para no oírlos.
– Petri… –
– No…no servirá de nada ahora, ¿Recuerdas?. Y si lo hubiéramos hecho antes, probablemente el hechizo se hubiera anulado al transformarse, no sabemos. Para usarlo, tenemos que aprender a hacer un hechizo muy potente, con el poder de varios magos, como nos contó Hagrid que hacen con los dragones. –
– ¡Se está lastimando, Sirius!. – Ambos observaban sin apenas pestañear y trataban de concentrarse para buscar una solución, pero los ¿gritos? de Remus eran…- ¡Tenemos que intentarlo!… A la de tres…-
No funcionó. El hechizo golpeó contra Remus y sólo lo violentó más.
– Bien. Almohadones. –
Tampoco funcionó, no completamente, porque dos de cada tres llegaban tarde. Remus tomó uno e intentó zampárselo. Hubo un momento de especial tensión cuando se atragantó y colérico, hizo retumbar toda la habitación. Pronto la sangre empezó a brotar de los golpes y al olerla, Remus empezó a rasgarse la piel.
– ¡REMUS!. – tronó Sirius.
James jamás le había escuchado a Sirius una voz tan potente ni que rezumara tanta autoridad. Remus se detuvo por un segundo, le gruñó mostrándole los dientes y ladrando como un poseso, pero luego siguió destrozando los almohadones, que a ese momento no eran más que un revoltijo de sangre y plumas, pero ya no se estrellaba contra las rejas ni se rasgaba la piel.
-¿Te habrá reconocido?. Eso nunca lo hemos leído, ¿habrá forma de hacer que nos reconozca?. –
Sirius no respondió, no podía hablar. Habían acusado a Dumbledore, tachándolo incluso de inhumano al ver las condiciones en las que estaba Remus, pero al tratar de ayudarlo, no habían hecho más que complicar las cosas y hacerle más daño. La luz brillante de la luna entraba a raudales por toda la habitación, pero poco a poco, la noche fue dando paso al día y fueron viendo como Remus iba tomando su forma humana. Ambos chicos rompieron a llorar al ver su frágil cuerpo, exhausto y sangrante, recostado contra una esquina de la celda.
– ¿Viste como regresaba por momentos?. ¿Crees que por eso no cierran las ventanas y dejan que la luz le de lleno?. –
– Sí. Creo que es menos doloroso para él que estar en medio del humano y el lobo… no hacerlo podría ser incluso más peligroso. Mira lo que hizo con su piel. –
– Queda descartado el hechizo inmovilizador, sólo lo altera más. –
– Podemos probar durmiéndolo… ¿qué piensas?. –
– Podría funcionar… pero… –
– Si, ya lo sé. No es suficiente. Si Dumbledore piensa que es menos traumático para él afrontar su naturaleza de lleno, lo ideal sería que pudiera hacerlo lejos de aquí… quizás en el bosque prohibido…-
– Jamás lo dejarán entrar al bosque. Podría regresar al colegio y atacar a un alumno y aún cuando se quedara allá adentro sería peligroso, podría encontrarse con algún hombre lobo adulto… Si son la mitad de sanguinarios y salvajes de lo que cuentan los libros… –
– Pero podríamos acompañarlo…-
– No podríamos seguirle el paso, James. No pudimos alcanzarlo antes y ni siquiera se había transformado. ¿Qué posibilidades tendríamos entonces de llevarle el paso ya convertido?. Igual que fuerte, debe ser veloz. –
Ambos recordaron la última vez que su amigo se había convertido. Habían estado bebiendo por primera vez y le habían perdido el paso a Remus, quien tratando de salir del castillo lo antes posible, corrió con todas sus fuerzas y siguió camino al bosque, que estaba más cerca que la casa de los gritos. Nunca supieron en realidad qué había pasado, pero sabían que Remus la había pasado muy mal.
– ¿Crees que Hagrid nos ayudaría?. –
– Si Dumbledore lo descubre ayudándonos lo despediría en el acto. Además, ya te lo dije, no me atrevería. Míralo, si llega al centro del bosque estaría completamente a merced de lo que sea que viva allí. –
– ¡¿Cómo se les ocurre pensar en dejarlo salir de acá?!. –
– ¿Qué parte de “no vengas” no te quedó clara?. – Sirius miró a Petter Petegrew con desprecio al verlo sentarse a su lado mientras observaba a Remus con el terror dibujado en el rostro.
– Petter, es en serio. No moveré un dedo si Sirius decide matarte. Considérate advertido. –
Pese a haber usado un tono condescendiente y un tanto burlón, Petter se estremeció de miedo. James lo miró con serenidad y eso lo asustó tanto como la amenaza que se percibía en la voz de Sirius. Clavó los ojos en el suelo.
– Bien, tú trabaja en la poción. Yo iré a la lechucería y trataré de localizar a los centauros desde allí. Después de clases, podremos ir a verlos. Hagrid, no lo notará, sabe que no nos gusta el bosque y no nos presta atención. Y tú, por cierto, ¿Cómo rayos llegaste aquí?. –
– Lucius dejó el árbol inmóvil. Aproveché a entrar cuando se fue. –
– ¿¿¿Qué dijiste??? – gritaron a la vez.
– Los seguí cuando vinieron hacia acá, pero no pude entrar. Hace un rato, la Sra. Pomfrey estuvo por entrar pero Malfoy la topó en la puerta. Venía de acá dentro, supongo. Conversaron por unos minutos y ambos se fueron. –
James y Sirius se miraron con la misma pregunta reflejada en sus ojos: ¿La Sra. Pomfrey con Malfoy?.
– ¿Serían capaces de dejar a Remus aquí así como está?. – se preguntaron a la vez encolerizados.
– Creo que la pregunta, Sr. Potter, sería más bien… ¿son ustedes capaces de hacer algo más en contra de su mejor amigo?. Jamás, en todo el tiempo que tiene Remus Lupin de estar aquí, había pasado una noche tan mala y había amanecido en un estado tan deplorable. No puedo ni siquiera expresar con claridad el disgusto y la decepción que siento ante tanta irresponsabilidad. ¡Se supone que son sus amigos!.
Ya habían recibido una orden expresa de no acercarse a este lugar y la desobedecieron. Ahora soy yo, como jefa de su casa, quien les ordena mantenerse alejados de aquí. Si deciden obviar mi orden, los-expulsaré-del-colegio, no sólo ustedes, sino a Remus también.
Espero haber sido completamente clara. Ahora, salgan de aquí. El Sr. Malfoy los escoltará al gran comedor y, por su bien, espero que no haya ningún inconveniente en el camino. –
La profesora tenía la mandíbula tan apretada y aferraba tan fuerte su varita, que por un momento pensaron que la iba a partir en dos. Sirius percibió la réplica de James antes de que la formulara, pero en esa ocasión, no había más que decir. Lo agarró firmemente de un brazo. James notó la presión de la mano de Sirius y estuvo a punto de decir algo, pero se lo pensó mejor cuando la profesora McGonagall lo miró fijamente con la varita levantada, mostrándole el camino pero diciendo con la mirada: “NO-ME-TIENTEN”.
Lucius pasó por delante de la profesora sin siquiera mirarlos. Tenía la misma expresión de siempre, fría y aburrida. Les dio la espalda y así continúo hasta llegar al castillo. Sirius, pero sobre todo James, se imaginó la cantidad de hechizos que podrían lanzar a su espalda, pero algo les decía que no era el momento ni el lugar y acertaron, porque ya cerca, Albus Dumbledore los observaba, de pie, en la entrada del castillo.
– Dumbledore. –
– Muchas gracias Lucius. Desde aquí me encargo yo. –
Lucius siguió de largo y en pocos minutos lo perdieron de vista. El director los taladró con la mirada y les hizo señas de que lo acompañaran. Ya en su oficina, ordenó que tomaran asiento e hizo aparecer ante ellos, sendos cuencos de avena cocida con la cantidad de miel exacta que ambos consumían en el desayuno, todos los días antes de atacar cualquiera otro de los manjares que les ofrecían en el desayuno.
Ambos vieron el plato, pero aunque hambrientos, no se atrevieron a moverse.
– Muchas veces, las cosas son más de lo que parecen, otras, mucho menos y otras, simplemente son lo que son. Esta es una de ellas. Coman. –
Obedecieron, pero les resultó tremendamente amargo el desayuno porque ambos seguían escuchando las palabras de la profesora McGonagall resonando en su cabeza, además de la visión del cuerpo lastimado de Remus, en su memoria.
– Es duro tener que aprender de esta manera, chicos. Quizás hubiera sido más “responsable”, por usar las palabras de la profesora McGonagall, que hubiera ido con ella o conmigo para esclarecer sus dudas, pero de buena fuente, la mía por supuesto, sé que a veces es difícil creer y aceptar que las personas con autoridad que nos rodean, sobre todo si son adultos, son capaces de entendernos y ayudarnos.
Sólo por esto no tomaré ninguna medida, pero como bien escucharon a la jefa de su casa, no debe repetirse. Remus está lo mejor que puede estar dadas sus circunstancias. De hecho, la jaula está como una mera medida de seguridad, no se le encierra en ella, pero si él se mete, se cierra automáticamente, cosa que estoy seguro de que hubieran podido saber de no estar tan conmocionados.
Para que quede más claro, no funcionan los hechizos de inmovilización, sólo un mago muy experto podría hacer algo lo suficientemente fuerte para que pudiera servir de escudo mientras emprende la huída, es imposible determinar cuánta poción de filtro de muertos requeriría un hombre lobo transformado y más imposible aún, determinar si esa cantidad de poción puede o no matar a un ser humano al volver a su fisonomía.
¿Quedó claro?.
– Sí señor. –
– Mi madre solía dudar cuando yo respondía tan rápida y decididamente a una contra orden inherente a algo que me “interesaba”. Con justa razón por supuesto, pero… les daré el beneficio de la duda y confiaré en su buen juicio. –
– Gracias…-
– Por cierto… no deben mortificarse por lo mal que vieron a Remus. Los hombres lobo tienen un nivel de recuperación física impresionante, aún en su forma humana, por lo que quedarán algunos moretones y estará un poco adolorido, pero bien, de hecho, mejor ahora, porque no lleva su carga solo. Con acompañarlo será más que suficiente… –
Sirius, James y Petter estaban por salir del despacho del director, cabizbajos, cuando James se detuvo y plantó cara al director.
– ¿Podríamos…? –
– No, Señor Potter. No pueden y no deben hacerlo. El Sr. Malfoy es una persona más que cualificada para desempeñar el trabajo que realiza. –
– Pero él podría…-
– Debo recordarles que nadie en este colegio, está anuente de la condición de Remus Lupin, salvo, las personas necesarias. De hecho, ni siquiera Pomona o Hagrid, quienes están al tanto de la conexión entre el sauce boxeador y la casa de los gritos y para qué, peo no saben por “quién” hemos tomado estas medidas. –
James iba a seguir argumentando pero la mano de Sirius se cerró en su nunca y presionó peligrosamente. De un empujón, Sirius sacó a James del despacho.
– Adelántate. – le dijo imperiosamente a Petter. Este lo hizo y cuando estuvieron solos, agarró a James por los hombros y lo recostó a la pared, con suavidad, pero con firmeza. – Amigo… debes aprender a cerrar la boca… –
– Pero Sirius… entiendo que el pedante de Malfoy, por no sé que absurda razón, haga lo que haga, pero ahora nosotros sabemos lo que sucede y somos plenamente capaces de estar con Remus. –
– No, no lo somos. No somos capaces de más nada que ver a Remus golpeándose contra las rejas. –
– Pero Sirius… ¡ES MALFOY! y con él, ¡Quejicus!. –
– Probablemente por eso es que Remus los observa tanto, seguramente espera el día en que se verá descubierto con ellos ante todo el mundo, pero en ese sentido, no podremos hacer más nada que estar a su lado. –
– Claro que podemos hacer algo más…- dijo James abandonando su postura ansiosa y tornándose completamente sereno…- Ya oíste al director… “Con acompañarlo será más que suficiente…”. –
Sirius evalúo a James mirando fijamente en las profundidades de sus ojos. Ese día, decidieron que costara lo que costara y mejor si era pronto, se convertirían en animagos para estar con Remus.
***
– Bueno, no me extraña. De hecho, se demoraron mucho, ¿no?. –
– Pues sí, pero seguramente pensarán ahora que por eso Remus nos tiene miedo. –
– No es algo que me interese. Izquierda… –
– Vuelven a ordenarle a mi escoba alguna otra dirección y te estampo en una pared. –
– Si quieres chamuscarte, allá tú. –
– ¿A mi pretendes darme clases de vuelo?. El que sea más osado no quiere decir que no sepa lo que estoy haciendo. Me gusta. Punto. –
– Bien. –
– Malditos… será posible que alguien pueda ser tan imbécil en la vida. –
– Esa es una pregunta retórica, ¿cierto?. Me encanta escucharlos discutir. –
– Es un placer servirte de diversión. –
– Oh, no quiero decir que me burle. Lo haría si pensara que están a su vez tomándome el pelo, pero no, sé que son así. Y… ¿qué vamos a hacer?. –
– ¿Vamos?. –
– Sí, claro, no pretenderán que venga hasta aquí sólo para observarlos… –
– Lo has hecho otras veces, Draconus. –
– Sí, pero esta no es una. Sugiero que se encarguen de las gárgolas. Yo me encargaré de los cazadores. –
– ¡No!. –
– ¿Esa es realmente una reacción de alarma?. Pero si dijiste que quería “acción”. –
Lucius y Severus vieron como, en apenas unos segundos, Draconus incendiaba a los cazadores que corrían despavoridos por todas partes. La risa que se notaba en su voz era aterradora y la imagen de hombres gritando de terror y dolor mientras se quemaban, lo era también.
– Derecha. – susurró Severus dándole una orden a la escoba de Lucius. Esta vez, Lucius no reclamó nada. Se dejó conducir, perplejo, hacia el castillo donde las gárgolas trataban de mantener encerrada a la dragona que pugnaba por salir y rescatar los huevos que les habían sido robados en el día. – La dragona está demasiado alterada. “Habla” con ella. –
Un leve pestañeó indicó a Severus que Lucius había vuelto en sí. Se aprestó a tierra, dejó su escoba y se desapareció. Apareció exactamente al lado de la dragona, que embestía la reja que la mantenía a salvo y el animal se calmó en el acto.
– Vaya, normalmente no tengo que tocarlos…-
– Sí, pero estás muy descontrolado Lucius. Si Draconus percibe que es capaz de descontrolarte, usará eso en tu contra cuando lo necesite. No dejes que suceda. Salva a quien puedas salvar… dar la vida por un segundo de indecisión es inaceptable dada la labor que nos precede. –
– Lo siento. –
– No tienes porque disculparte, de hecho, tu humanidad es impresionante, literalmente hablando y también es…envidiable. Has visto tantas cosas, que es asombroso tu capacidad de empatía para con lo que te rodea. –
– ¡Vaya!, voy a sonrojarme, querido…-
A Severus le costaba reírse abiertamente por culpa de las viejas lesiones en su mandíbula, producto de tantos años de su niñez, perdido en la oscuridad, pero con salidas como las de Lucius, era imposible no hacerlo. Lo admiraba realmente. Desde muy pequeño, aprendió a actuar como un ser libre, que pensaba muy bien antes de actuar y que por ende, nunca tenía remordimientos, pese a todo, era capaz de llevar una vida normal, sin sombras, junto a su familia.
– Está bastante herida y débil, pero no es grave. Severus, esa… la gárgola se está acercando mucho para mi gusto… ¿Serías tan amable de atenderla, por favor?. ¿Sí?. Gracias. – pero la gárgola en mención seguía acercándose y Lucius palmeó el lomo de la dragona para que la gárgola viera que estaba bien. – Está bien… lo ves… está tranquila… no pasa nada… –
La proximidad de la gárgola fue poniéndolo más nervioso entre más se acortaba el espacio que los separaba. Las hembras eran tremendamente irritables y cuando decidían proteger a alguien, lo hacían fieramente, máxime si se trataba de una madre como la dragona que él estaba curando, pero esta no parecía agresiva, todo lo contrario, sus ojos transmitían… ¿ternura?.
– Bueno, no quise decírtelo para que no te pusieras más nervioso, pero sí. Hay sentimientos…-
– ¿Y qué se supone que debo hacer con eso?. –
– Me extraña la pregunta, amigo, pero la contestaré: Aceptarlo y agradecerlo. –
– Sí, vaya… y que pasa si algún día me ve con Cissy…-
– ¿Quién es Cissy?. – preguntó la gárgola con una voz tan suave y dulce que los acarició. – ¿Tu compañera?. –
– Ehhh, sí, lo es. Y tengo un hijo. –
– Eres tan hermoso…-
– Sí, bueno, gracias… –
– Narso… La dragona ya está bien, es hora de regresar. –
La aludida se llevó la mano izquierda al rostro. Con un movimiento preciso, se quitó una máscara de piedra que llevaba puesta (indetectable a simple vista) y extendió su mano derecha hasta a penas rozar el cabello de Lucius con sus garras. Lucius no se movió ni un ápice, pero pudo captar la imagen mental de Severus que se había percatado de que lo que llevaba en sus manos que las hacía lucir como garras, eran unos guantes, perfectamente tallados en piedra. De hecho, toda ella estaba cubierta por una capa de piedra, pero no quebradiza, sino maleable. Ambos supieron enseguida que se trataba de una especie de armadura diseñada por algún hechicero, muy poderoso, dada la perfección de la misma.
– Hasta pronto…-
En lo que parecieron tres paso, “Narso” llegó a una ventana y se lanzó al vació.
– Dime que no me estoy volviendo loco…-
– ¿Pregunta retórica?. –
– Es en serio… ¿No es una gárgola?. ¿Cierto?. –
Severus levantó las cejas, pero fue Draconus quien respondió.
– A mi no me mires, nada tuve que ver con despertarla. Pero tranquilo, son muy buenas aliadas… ya sabes lo que dicen… –
– Si se siente traicionada por mí…-
– Lucius, no la has engañado. Asumirá naturalmente a tu familia como suya. Los vampiros milenarios no ven el amor o la entrega, ni siquiera las relaciones, del mismo modo que nosotros. Vaya… ¡Felicidades… “papá”!. –
Lucius sonrió de oreja a oreja y se tiró en el suelo, al lado de los tres maravillosos dragones que acababan de romper el cascarón junto a su madre. La dragona rugió encantada, feliz con sus hijos. Entre Severus y él, hicieron aparecer una cantidad de ratas enormes que ofrecieron a los pequeños, mientras la dragona se echaba, por primera en muchos días, sobre sus patas. Estaba completamente agotada. Lucius la miró, preocupado. Se levantó y se recostó cerca de su corazón. Poco a poco, el lugar se fue caldeando y Severus descubrió que la fuente del calor, no era la dragona, era Lucius que brillaba como si fuera un carbón al rojo vivo. La Dragona, poco a poco, agachó la cabeza sobre sus patas delanteras y se durmió plácidamente.
Severus se acomodó en el suelo. Suponía que debía esperar a que Lucius restableciera la energía de la dragona (suponía que eso estaba haciendo). Percibió que Narso había regresado y que los observaba, más no pudo hacer otro tipo de conexión y no estaba seguro de si ella podía sentirlo a él o si simplemente observaba.
– Sólo observa. Es una dama de la noche, hijo, más su magia es innata a su especie. No es como nosotros. –
– ¿Qué tan peligrosa es?. –
– Los ancianos no le temen. –
– Por cierto… Te estás pasando en tus demostraciones de poder… ¿Crees que no están concientes del peligro que representas?. –
– No, lo están. Pero ahora sí. Lily Evans se pensará mejor el intentar traicionarte, querido. En cuanto a Lucius, ahora sabe lo que podría pasar si no me llegara a parecer que se interponga en mi camino nuevamente. –
– Bien. Sólo recuerda que el que les hagas daño, es inaceptable para mí. –
Aún cuando fue una conmoción, ver de pronto el rostro de Draconus a un palmo de distancia del suyo, Severus se mantuvo imperturbable. Ni siquiera parpadeo. Draconus sonrió socarronamente lo que le daba una expresión malévola, propia del Draconus que Severus había conocido en su niñez. Este asintió y se desvaneció de todos los planos. Severus suspiró y se reprendió a si mismo por permitir que esas evocaciones del pasado lo perturbaran.
Uno de los recién nacidos se acercó y lo olisqueó. Severus sonrió de medio lado e hizo aparecer más ratas que se duplicaron cada una y así sucesivamente, hasta que el lugar se convirtió en un hervidero de roedores que rápidamente fue atacado por los tres dragones.
– ¡Qué fácil es ser niño algunas veces!. –
¡Sorry por la demora!
Espero que les guste.
Saludos,
Pingback: FANFIC. Capítulo 23. Un sueño perturbador. « NBP1's Blog
Pingback: FANFIC. Capítulo 23. Un sueño perturbador. « NBP1's Blog
Me encantoo!!! =D
Besos!!
¡Me alegro muchísimo Sara!.
Ahora la cosa se pondrá un poco movida… 😀
Impresionante ese Lucius me parecio tierno su dedicacion con la dragona y me rei un poco cuando Lucius le dijo a sev lo estrellaria contra la pared si vuleve a darle ordenes a la escoba y ese Draconus jejejejjeje aunque lo que hizo o dijo lLucius es muy grave he pero en fin y ese potter y black a veces se portan como idiotas y a veces son genios je je je y pobe Lupin si ese par supiera lo que su amigo realmente quisiera otro seria el cuento aunque por ser Gryfindor y no llevarse con Slytherin no cambia la cosa sabes yo creo que James le tenia envidia a Sev y a Lucius pero mas a Sev pues mirando bien el morenazo de Slytherin es mejor como dice Sev d que sirven los musculos si no tienes Cerebro y eso fue una herida para James jejejejeeje pues la verdad duele.
Yo también creo que James tenía envidia de Severus y que esa envidia degeneró en una constante competencia. Al crecer, esa competencia fue haciéndose mas específica al irse eliminando a los ojos de James, los puntos en los cuales iba “superándolo”.
Siempre he pensado que Severus nunca se jactó de sus poderes ni de su sabiduría, así pues, James podría sentirse que iba superándolo en todo menos en una cosa: su relación con Lily. Así creo que empezó su fijación con ella. Probablemente era la única persona que no lo adoraba y eso pudo ser el detonante, eso y las hormonas claro.
Al final, la posible desilusión de Lily hacia Severus y la persistencia de James (y probablemente, un buen filtro de amor), pudieron haber juntado a esos dos en un momento crucial, el inicio de una guerra, que dicho sea de paso, es de aquellas cosas que al ser vividas en conjunto, te unen para toda la vida, como le paso al trío.
Con esto no quiero quitar mérito a la relación, solo hablo del “inicio” y es que estoy segura de que Lily hizo surgir lo mejor de James Potter y seguramente ella llegó a apreciarlo y amarlo.
mmmmm no se pero seguira siendo el mismo para mi tal vez sea malo pero me cae mal podria decir que lo odio pero a veces me hace reir, es que yo odio a la gente engreida y arrogante como le dice Sev, me he topado con gente asi y creeme son insoportables y palo que crece torcido jamas su tronco endereza pero por mi esta bien, Sev solterito y sin compromiso mmmmmmm jejejejejeejeje tal vez lo que diga suene cruel y tal vez me oiga como la Slytherin que soy pero me tanto coraje con Lily que llego a decir o pensar que Lily no se merecia a Sev, es demasiado para ella una hija de muggle esta bien que se quede con James son tal para cual creo que a Sev le tenia deparado algo mejor pu otra mitad uesto que sera su alma gemela pero no su media naranja otra mitad, ejemplo el primer chico que me gusto y me sigue gustando a pesar del tiempo pero eso no significa que sea con quien voy a compartir, me explico y eso a lo mejor era Lily el primer amor que nunca se olvida pero no el definitivo, leei en Internet algo escrito por una chica se Titula la ultima oportunidad de Severus o algo asi y la chica se remonto al momento de morir Sev que aparecio una heredera de Slytherin osea prima hermana de Voldi pero al parecer a esta le dieron una pocion de retrasamiento o Juventud no se si es “La Pocion de muertos en vida” nose total que ella tiene la edad de Voldi y mas pero con esta pocion era una joven bruja como de 10 años menor que Sev osea 30, en ese momento y oye mientras leia me parecio una historia encantadora y al finalizar me dije este es el final de Sev, el merece ser Feliz no es justo que todos lo sean menos el, dejame buscarlo y luego te aviso para que lo leas, vale.
¡EXCELENTE! Y SÍ, ¡SEVERUS MERECE SER FELIZ!.
P.s. La poción de muertos en vida es una poción para dormir… muy poderosa… Se me ocurre que podría ser algo parecido a la que le dieron a Blancanieves en la manzana, ¿no?. Que la mantuvo viva y joven mientras esperaba a su “Prince” =D.