Hola a todos.
Hace unos días, presenté mi recomendación literaria de Harry Potter y la piedra filosofal. Ahora, veamos un poco en lo que esta lectura (en general, toda la obra de Rowling) se traduce:
Lourdes, la autora del Club de los detectives incomprendidos, ¿recuerdan?, participó en el Campus Potter 2010 en España y comparte sus vivencias, entre las cuales están, un largo paseo con el Profesor Severus Snape y distintos juegos y competencias. Creo que decir que la pasaron “genial”, es decir poco.
Lourdes comenta:
Uno de los regalos más preciosos que Rowling nos ha hecho, además de los inolvidables momentos de felicidad que nos ha proporcionado la lectura de sus libros, es la posibilidad de hacer amigos que nunca hubiéramos conocido si no hubiéramos caído bajo el hechizo de la saga pottérica. Algunos amigos los tenemos en puntos distantes del planeta y sólo nos comunicamos con ellos por Internet. Con otros tenemos la oportunidad de reunirnos en actividades, charlas y eventos del tipo Campus Potter. Esta fue una de las ideas que planteó una campusera en la charla que impartí, Harry Potter, el héroe del cambio de siglo. Analizamos las semejanzas y diferencias entre Harry y otros héroes de ficción legendarios. Harry, como los héroes de los mitos y leyendas, como los protagonistas de los libros de caballerías o como los caballeros del ciclo artúrico, es valiente, generoso, fiel, leal, íntegro… Pero, a diferencia de estos héroes de la tradición literaria, en muchos aspectos, Harry es una persona normal. No es físicamente nada del otro mundo, es bajito, enclenque, miope y patoso con las chicas. “Harry es como cualquiera de nosotros” fue la idea que más se repitió.
En la Frikiterapia, muchos confesaron su potteradicción (no confesaron todos porque se nos echó encima la hora de comer) y explicaron cómo había llegado Harry a sus vidas y qué había significado para ellos. Algunos eran voraces lectores y ya amaban los libros de Rowling antes del boom mediático de las películas, otros fueron al cine a regañadientes, arrastrados por algún amigo o hermano menor y cayeron en las redes de la historia de Harry sin remedio. A otras personas les ayudó a evadirse de una dura realidad y a superar momentos muy difíciles de sus vidas.
Y ahora es cuando os cuento cómo llegó Harry Potter a mi vida.
Mi hija aprendió muy pronto a leer, a los tres años, y yo, para animarla a hacer progresos con la lectura, solía regalarle libros gruesos y de letra pequeña como El señor de los anillos o La historia interminable. Siempre le decía: “Si sigues esforzándote, pronto podrás leer libros de mayores como éstos”.
Una tarde de otoño, en 2001, estaba con mi hija en una librería, y ella se fijó en los libros de Harry Potter.
-¿Estos libros de qué son, mami? -me preguntó con su vocecilla infantil (entonces tenía cinco años).
-Son de un niño mago que va a una escuela de magia -le dije.
-Los quiero todos.
-Leeré primero La piedra filosofal y, si me gusta, te los compraré –le dije yo, con muy poco convencimiento porque había leído críticas que aseguraban que nunca tendría tanto éxito entre los niños españoles como en otros países porque era demasiado “británico”.
-Pero, mami, yo los quiero, yo los quiero, yo los quiero.
Así que compré el primer libro y lo dejé en el montón de libros pendientes de lectura (que siempre es muy grande, por más que leo y leo). Pero entonces ocurrió algo que hizo que Harry Potter entrara triunfalmente y para siempre en mi vida. En aquella época, yo era directora de Cruz Roja Juventud de Málaga y había una enorme polémica en torno a la práctica del botellón. El botellón es la costumbre de los jóvenes españoles de comprar bebidas alcohólicas en supermercados y reunirse en grandes grupos para consumirlo en la calle. Hoy está prohibido, excepto en lugares especialmente habilitados para ello, aunque hay quien lo sigue practicando furtivamente.
Yo organizaba campañas para prevenir el consumo excesivo de alcohol en jóvenes y actividades de ocio alternativas al botellón. Estaba preparando una sesión de cine para jóvenes a un precio muy reducido (1 €) en una sala que estaba justo al lado de la plaza en la que se celebraba el botellón. Tenía que buscar una película con tirón para jóvenes, y el dueño del cine me sugirió que lo organizáramos coincidiendo con el estreno de Harry Potter y la piedra filosofal. Yo le dije “¿Pero eso no es para niños?”, pero el dueño del cine me explicó que funcionaba muy bien con público juvenil.
Al día siguiente de que se presentara la campaña “Ven al peliculón y deja el botellón”, la prensa la recibió con titulares como “Harry Potter contra el botellón de los viernes” o “Potter contra el botellón”. Y resultó que aquella noche llovió. Así que la zona del botellón se quedó vacía y la sala de cine se llenó. Tenía una capacidad para 400 personas. Al día siguiente los titulares fueron como el marcador de una competición deportiva: “HARRY POTTER 400 BOTELLÓN 0”.
Pero, para mí, aquella noche sucedió algo mucho más importante que el éxito en una actividad. Cuando tío Vernon encerró a Harry en la alacena bajo la escalera y dijo: “Jamás-ha-existido-la-magia”, algo se despertó dentro de mí. Supe que aquella historia y la persona que la había escrito tenían algo que ver conmigo, algo importante que decirme.
Así que, a la mañana siguiente, estaba con mi hija esperando a que abriera la librería para comprar el resto de los libros publicados hasta ese momento. Y así, la pottermanía se convirtió en una patología familiar.
“Me llamo Lourdes y soy potteradicta”,
“TE QUEREEEEEMOS, LOURDES!”.
Como lectura, como punto de encuentro, contra los vicios…podríamos enumerar un sin fin de cualidades que hacen de esta lectura, una recomendación óptima para todas las edades y circunstancias de la vida, pero creo que las demás, podrían encontrarlas ustedes, sería fácil. :D, sólo deben cruzar el andén 9 3/4.
Y tú, ¿eres potteradicta?
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Fuente: BH